mirarnos a los ojos

(volver a)

Sobre el proyecto

mirarnos a los ojos (volver a)

mirarnos a los ojos (volver a) es un proyecto audiovisual coral, un universo de videos realizados en tiempos de pandemia por artistas de diferentes rincones del mundo. En él se puede encontrar una extensa diversidad poética, piezas sencillas, sensibles y reflexivas puestas en diálogo a través de una plataforma especialmente diseñada para ello.

mirarnos a los ojos (volver a) es el eje central de la BIM 2020, producida por CONTINENTE desde la Universidad Nacional de Tres de Febrero y con la colaboración de Untref Media.

mirarnos a los ojos (volver a) es un paisaje histórico, un documento artístico que da cuenta de cómo el devenir de las cosas vio interrumpida su inercia, es testimonio de un año en el que la humanidad se puso en pausa y tuvo el margen para pensar y sentir diferente, para cambiar su orden de prioridades, para desplegar una mirada crítica sobre su presente e imaginar alternativas a futuro. Tal vez en unos años este despliegue analítico y afectivo pueda visibilizar el comienzo de un giro profundo o de una oportunidad perdida.



mirarnos a los ojos para encontrarnos (Gabriela Golder)

Buscábamos mirarnos a los ojos, buscábamos volver a mirarnos a los ojos. Inventamos máquinas, creamos estrategias, diseñamos manifiestos. Pero no, no pudimos lograr volvernos a mirar.

mirarnos a los ojos (volver a) nace como un espacio de encuentro. Si no podemos mirarnos a los ojos, si todavía no podemos volver a mirarnos a los ojos, podemos al menos encontrarnos en algún lugar, dejarnos atravesar por la misma luz, por un ráfaga de viento, vibrar ante el mismo sonido, sentirnos cerca. Ahí estamos, aquí estamos y aquí nos encuentran.

Miramos el cielo, miramos la pantalla, miramos hacia adentro o a través de la ventana, e imaginamos vernos.
En las calles revueltas, en las revueltas en las calles, en la resistencia, junto a los cuerpos, mirando el cielo, invadidos por infinitas imágenes preformateadas, insensibles, frías, sin mirada. En el lugar del dolor, y en el de sabernos vivos, en el lugar propio, en el colectivo, sin casi certezas o solamente sabiendo que somos nosotrxs, que somos otrxs.

La BIM nació en el año 2012. La BIM nació en el deseo de encontrarnos con amigxs, de reconocernos, de pensar la imagen, de pensar la construcción de la imagen, de deconstruir la imagen dada, de hacer, de decir, de tejer, de tejernos en cuerpos y en imágenes. Así es nuestra Bienal, una Bienal deseante y viva.

Y así entonces, en tiempos de pandemia, de aislamiento, de tantas preguntas, de construcciones nuevas, de salidas colectivas, de tristeza, de impotencia, de miedos, entre odios y falsas disyuntivas, desde adentro. Es eso, esta edición de la Bienal, nace desde adentro y busca crear una trama que emerge a partir una inmensa red de tejidos invisibles. Es la trama de miradas y de afectos. Es la posibilidad de volvernos a mirar a los ojos, juntxs y así. Juntxs luego. De encontrarnos y emocionarnos por sabernos ahí.



como un abrazo a la distancia (Andrés Denegri)

Los argentinos nos besamos. Una mano en la espalda, en el hombro, un abrazo, holaaaa y el beso. Llegamos y hola (beso), hola (beso), hola (beso); y también: hola, soy Andrés (beso), porque cuando saludamos besamos incluso a quienes no conocemos. Cuando uno está en otro país se descuida y besa. La incomodidad se instala de inmediato y se debe aclarar: soy argentino, allá nos saludamos con un beso. Me ha pasado en diferentes rincones del planeta, los argentinos besamos de más y eso nos identifica. Cada dos años la BIM es la revancha, se hace en Buenos Aires y acá no hay por qué reprimir nuestra costumbre. Pero esta vez no podremos encontrarnos. Incluso entre nosotros, lo que hacemos espontáneamente se ha vuelto letal. Quizá por eso desde la BIM hayamos sentido la urgencia de buscar una forma alternativa de acercarnos.

La experiencia real de la BIM está en el desborde de su catálogo, en el después de una proyección, en la conversación previa a una inauguración, durante el montaje de una obra, en el café, en el bar, en la discusión en el medio de una sala de museo, en el reencuentro con –o en el descubrimiento de– un camarada que vive en otra parte del mundo. Pero este año todo eso está vedado. Tendremos actividades online que nos permitirán ensayar una coincidencia en el tiempo pero faltará compartir el mismo espacio, faltará el cuerpo, el plan espontáneo, el beso. Es por eso que decidimos darle esta inesperada forma a la BIM 2020, para desplegar un espacio de encuentro a través de obras personales, que han sido templadas al clima de este momento que nos toca transitar. Un universo de piezas cálidas, íntimas –que en diferentes grados se permiten ser borradores, apuntes, bocetos– en el que navegamos por medio de directrices sensibles, estéticas, afectivas. Pronto podremos volver a mirarnos a los ojos, mientras tanto nuestros videos estarán ahí, para construir fraternidad, para confesarse cosas, para enlazar complicidades, para articular un sinfín de sentidos.